"Un restaurante pintoresco, ubicado en una casa típica de Mogarraz, con un encanto único. El espacio se distribuye en dos plantas, y cada estancia se ha transformado en pequeños salones con un par de mesas, decorados con buen gusto y acompañado de una suave música ambiental que encaja perfectamente con el estilo del lugar. La comida es sencilla, pero sabrosa y con un toque especial. Para mi gusto, las raciones podrían ser un poco más generosas, y la atención, aunque correcta, podría mejorar; hay que considerar que era sábado al final del turno de la comida, lo que quizás condicionaba el trato del personal. En general, una experiencia diferente en un ambiente curioso."