"Este restaurante lleva abierto desde 1930 y ya es la cuarta generación que lo lleva. Hacen todo lo posible para mantener la filosofía de sus antepasados y se nota, la comida y la atención del personal son excelente. Se puede ir tanto en pareja, como con amigos o en familia ya que proponen platos para todos los gustos. Pero merecen especial atención a sus arroces, simplemente impresionantes, de tamaño y de ricos! Nosotros pedimos una caldereta de arroz con bogavante, y estaba para chuparse los dedos pero nos costó mucho acabarlo, claro, íbamos de pardillos. La gente se suele llevar lo que sobra en tuppers. Aconsejo o no beber mucho vino durante la comida o alargar el momento de la tertulia del café, porque para llegar hasta el restaurante, toda la carretera es de curvas. Pero el desplazamiento sin duda vale la pena, y lo cierto es que no te esperas a que hagan arroces tant ricos en el interior de cataluña."